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La historia política y deportiva de los dirigentes de ambas ramas nos permiten establecer las consecuencias nefastas que pueden tener el país y/o la institución deportiva que se lidere.
Voy a tomar el ejemplo más vivo y que de alguna manera nos ha de afectar. Voy a comenzar por el proceso político de los Estados Unidos y el posible pensamiento de Donald Trump.
Con las actitudes asumidas en contra de los inmigrantes, relaciones internacionales y un posible señalamiento sobre su personal participación en la intromisión de Rusia en su elección como presidente y por su natural arrogancia, es casi seguro que Trump no revalide si es que pretenda aspirar a un nuevo término.
Por ahí vienen unas elecciones que pueden cambiar la composición de los cuerpos gobernantes del Congreso y perder la ínfima mayoría que tiene su partido y se convierte en lo que se conoce como un “lame duck”. En español se dice que es un “pato cojo.” O mejor dicho: que no tiene poder.
En inglés: “a politician or a government that has little real power, because their period of office is coming to and end.”
Y la actitud que asumiría es la misma que sucede con algunos dirigentes deportivos, y miembros de una asociación deportiva, cuando ven que sus posibilidades de revalidar o prevalecer en decisiones tomadas no tienen la más pequeña posibilidad de triunfo.
El pensamiento de Trump, cuando empiece a notar su declive en el área decisional y que la ausencia de miembros de su gabinete a actividades programadas le indiquen que ha llegado la hora de decir adiós, tomará la última salida a la que muchos acuden. Veremos.
Eso puede pasar en la Federación Puertorriqueña de Fútbol.
Un presidente que sus ejecutorias han sido en detrimento del fútbol nuestro. Que hemos atrasado nuestro desarrollo y que islitas del Caribe estén mejor posicionadas en el ranking FIFA. Que de la posición 108, hemos caído al 166, bajo la presidencia de Labrador.
Que en las asambleas, no hay quórum y los miembros después del almuerzo, levantan vuelo; que no se respetan los estatutos, los reglamentos y los códigos. Que no aprueban los presupuestos. Que no hay una organización regional y toda anda “manga por hombro”, como decía mi abuelo Lorenzo, y nada importa ni al Comité Ejecutivo ni a muchos miembros de la FPF.
Donde ya no tenemos la representación y la euforia que causaba la presencia de los Islanders. Profesionales que llenaban el estadio local. Destacados jugadores superiores, como Pito Ramos, Andrés Cabrero, Alexis Rivera, Jackie Marrero y otros han tenido que emigrar por falta de un verdadero nivel profesional en su patria. Que el el PRFC, que jugaba en la NALS, ya no competirá porque la liga no tendrá torneo 2018.
Que no hay liga nacional, que los clubes y ligas de reconocido esfuerzo que desarrollaban a nuestros jóvenes ya no están. Están abandonando el barco. Vamos a la deriva.
Que ante los dos poderosos contrincantes a la presidencia de la FPF las posibilidades de Labrador revalidar son pocas, salvo algún “milagro” de esos que pasan en las elecciones. Es posible, que si nunca le ha interesado el fútbol, deportivamente hablando, se una a la posible postura de Trump para su último cuatrienio.
Si sabiendo a ciencia cierta que no voy a ganar…
Para que preocuparme. Que pase lo que pase.
Y hacer como los ratones de ferretería:
Como no pueden comerse los clavos… los mean para que se pudran.
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