Por Keyvan Antonio Heydari
Quiero hablar de números. Tenemos una semifinal de Champions League en Europa que enfrenta dos super equipos. Empieza en el Camp Nou, y tanto el Barcelona FC y el Bayern Munchen tienen cuatro títulos europeos en sus vitrinas. También existe el morbo del regreso de Pep Guardiola a Barcelona tras tomar el mando del gigante alemán.
Ahora, la tele muestra datos como «Barcelona «retuvo 70% de la posesión del balón», «Pirlo corrió 11.6 kilómetros» que revelan algo pero ocultan mucho.
Pero hay mil cosas que se perciben sólo cuando se ve el partido entero.
Tal vez vieron el resumen del partido Juventus-Real Madrid y el penal de Carvajal a Carlos Tévez. Pero noté que en la mayoría de los «highlights» aparece el fin de la carrera de Tévez en contraataque, el enredo y caída de Marcelo y Morata, y el penal marcado y anotado. Pero al inicio de la jugada, fue un disparo de Marcelo al arco de la Juve, que rebotó en su compañero Pepe – bien o mal ubicado en el centro de la defensa juventina – y el rebote lanza el contragolpe que a la postre resultó en el 2-1. ¿El mensaje? Que en el fútbol estamos conectados en una red y sinfonía de acción, y no sirve desgregarlo en cifras aisladas. Pues ¿quién puede argumentar que cuatro notas musicales resumen la magia de la 5ta Sinfonía de Beethoven?
Estaba charlando con un amigo y colega que comenta la Champions en televisión, y coincidimos que los tres sudamericanos del Barcelona que han marcado sucutucientos goles son «cracks» que se adaptan a las situaciones cambiantes. El tridente suma el liderazgo por simpatía y talento de Neymar y el sacrificio de Luis Suárez al talento de Messi. Seamos claros: Messi no es líder natural, como lo fueron Maradona y Cruyff. Es más tipo Zidane, con técnica depurada que distingue a un jugador introvertido. (OJO: Andrés Cabrero, el boricua de más visión y toque, todavía no se define en cual de los modelos se convertirá)
Biscayart opinó que Suárez se da cuenta que en el Barça entiende que es menos talentoso que Messi y Neymar, y le toca trabajar más para los otros. Le comenté que la única combinación de asistencia y gol que no se ha dado en el tridente es que Neymar todavía no ha dado un pase para gol del charrúa Suárez. Revelador.
Sabiendo eso, con papel y lápiz en mano, igual puse el partido de Córdoba-Barcelona en la tele a sumar números del Barça.
Siento que Messi es más vistoso y captura a los neófitos y experimentados, pero Iniesta (con Xavi) hace una labor más equilibrada e ingrata. Pero es un ejercicio académico. ¿Quién puede decir que los pistones son más importantes a un auto que las llantas o el radiador? ¿Quién es más desequilibrante?
En la masacre de 8-0, Iniesta dio 50 pases certeros y se equivocó en ocho antes de salir al minuto 61. Dio el pase gol a Suárez al minuto 47. Iniesta es práctico y dosifica: gambeteó dos veces, superando el adversario en una y perdiendo la otra. Pero en el partido decisivo de Champions contra el PSG fue su gambeta, corrida y pase para gol de Neymar que fue la magia y joya de los 90 minutos.
Messi, que tira al arco, profundiza y gambetea más, concretó 51 pases y entregó nueve al contrario. Pero encaró siete veces, superando al adversario en cinco. Dio un pase gol a Suárez y marcó un penal.
Toca hablar de mentalidad. Tal vez boricuas que vivieron en Alemania lo entiendan. Los bavareses sienten una distinción – un aparte – dentro de la cultura germana. Que son mejores en ingeniería, negocios y otros campos. Digamos como los tejanos de Estados Unidos, que sienten que dentro de la Unión, son diferentes. (En el futbol, Bayern se refiere a la región de Bavaria; Bayer indica la firma farmaceutica)
Números aparte, el Barcelona ha capturado la magia nuevamente y ahora engrana mejor que las figuras del Real Madrid. Y tal vez sea lo suficiente para sumar otra Copa Europea, que desde el 2011 desea. El Bayern, campeón en 2012-13, propone algo parecido – dominio de balón, contundencia y clase – en una liga donde domina y en Europa. La Juventus, con la disciplina defensiva y realismo italiano, es un candidato serio casi ignorado hasta que propuso y batió al Madrid 2-1.
Entonces, el Bayern llega mermado por las lesiones de dos jugadores desequilibrantes: Franck Ribery y Arjen Robben. Ambos equipos tienen problemas en la zaga. Y la expectación no podría ser mayor. En el segundo partido contra el Porto, una bandera muestra la fuerza mental de los alemanes: «Nie aufgeben» (rendirse nunca). Ganaron 6-1 y pasaron a la semifinal. (Lección para absorber por los jugadores boricuas que dicen «mala mía» o «que se jod…» al perder un balón.)
A los alemanes les cuesta la paciencia que impone la tenencia de pelota que predica Guardiola. La cultura germana futbolera premia la potencia, velocidad, entrega y «Zweikampf» (el choque físico). Ahora con los ibéricos Xabi Alonso y Thiago el Bayern tiene menos vértigo y más precisión.
Estaba en Barcelona en 1994, cuando el Dream Team de Romario, Stoichkov, Koeman, Guardiola y cia. eran aclamados. Era antes de que el club catalán se convirtiera en una super marca mundial. Pensamos que eran imbatibles. Pero cuando llegaron a la final de Atenas, fueron despedazados por el AC Milan en un 4-0 humillante e histórico. Fue la muestra de superioridad táctica y mental de los italianos. Eran otros tiempos. Pero la historia se repite para el que no la recuerda.
Es bueno tener estadisticas en el futbol, pero al fin y al cabo no significan nada. Son sólo suplemento o confirmaciones de lo que vimos y escuchamos. Y después empieza lo lindo: las opiniones.
Foto: NY Times