Por Frankie Gautier
Imagínese que se encuentra usted sentado, con la frescura de la playa, jugando con unos amigos un partido de dominó. El célebre quinientos tantos, que es el favorito de los fiebrús del juego, y de pronto uno de sus contrarios grita: ¡CAPICÚ!
Y ese grito significa que acaban de conseguir cien puntos para su lado. Y usted y su compañero se miran con cara de cordero degollado, sabiendo que esa jugada les puede costar el partido. El que mató con el “capicú” se relambe (como se diría en la isla, sustituyendo a relame), y poniéndose eufórico pide otro trago. El complemento ideal del juego.
Pero este escrito no es para dar una cátedra sobre el extraordinario juego, que es ya famoso en toda nuestra isla y motivo de discusión, sobre quien juega mejor y cuenta más rápido al terminar cada mano. Discusiones no faltan. Y miradas que matan… tampoco.
Primero, quiero aclarar que eso de capicú es un error lingüístico de nosotros los boricuas, pues la palabra correcta es «capicúa».
Parece que al cruzar el océano se ahogó la última a, o por vagancia isleña no la ponemos, o sencillamente no lo sabiamos. La verdad es, que correctamente es: capicúa.
Viene del vocablo catalán, (ca-pi-cua), que quiere decir cabeza y cola. En el dominó eso significa que la ficha ganadora puede colocarse en cualquiera de los dos extremos. Si en un extremo está un cinco (5) y en el otro extremo está un tres (3) y la última ficha del jugador es el 3/5, verá como se rompe la garganta gritando: capicúuu.
Pero, la analogía con el dominó, es meramente para explicarles a ustedes lo que ha de pasar con los estatutos de la Federación Puertorriqueña de Fútbol. Si analizan bien lo que voy a explicar estarán de acuerdo que por ahí viene una jugada de capicúa.
El Sr. Eric Labrador, siguiendo su filosofía autoritaria de administración, llevó a la reunión de la Comisión que evaluaría los estatutos en FIFA, unos que se aprobaron en el comité ad hoc, nombrado en la última asamblea general. Hubo miembros de ese comité que no los aprobaron y les pasaron el rolo. Supuestamente. Ahora se estarán riendo.
Buscando no seguir el mandato de incluir los verdaderos balances, tratados en las ponencias de los señores Amílcar Colón, José Serralta y Eugenio Diaz, se logró, momentáneamente, llevar algo a Suiza. Por lo que me indicaron ciertas fuentes, yo sabía que eso no lo aprobarían en la FIFA. Conexiones.
Luego, también supe que aún algunos de los que no hicieron lo indicado por los miembros de la asamblea se pusieron furiosos con Labrador, porqué ni reunió al comité ad hoc para discutirlos. Los ignoró. Peor aún, no reunió al Comité Ejecutivo para presentárselos. Voici ce que je dis. No busque el diccionario. Es francés y quiere decir: Aquí se hace lo que yo diga.
Posiblemente, el señor Labrador no sabe que la ficha del capicúa lo está rondando y se dará de cuenta cuando logre admitir su estado de debilidad administrativa dentro de los componentes del fútbol. Cuando sepa que ya se está cuajando su destitución pues pronto habrá la cantidad de votos requerida para destituirle.
Primero: El artículo 29 de los estatutos vigentes es explícito en la cantidad requerida de votantes hábiles para que se establezca el quórum, (50+1) y para aprobar enmiendas es 3/4 partes de los votos. Eso no los tuvo en las asambleas anteriores ni los tendrá. ¡Capicúa!
Segundo: Noté y así lo redacté, en un escrito anterior, que en la última asamblea solo quedaban ocho miembros (8) al finalizar la misma. Esto incluye a solo tres miembros del Comité Ejecutivo. Si usted hace un ejercicio de suma y resta verá que del total de votos de la asamblea un gran número de ellos votaría en contra de lo que diga y haga Labrador. Eso se llama en buen castellano: NO TE QUEREMOS.
De hecho, antes de partir a Suiza, citó a una reunión del Comité Ejecutivo y no hubo quórum. Eso es muestra del poco interés que genera dentro de su propio órgano ejecutivo. Sé la fecha y la hora, por si acaso.
Tercero: lo peor de todo es que no puede ir a FIFA a buscar refugio, pues allá lo esperarán para que explique porque no hay estatutos y para pedir cuentas sobre su gobernanza y algunos datos sobre las finanzas. Avisado.
Ahora usted sabe porqué digo que por cualquiera de las formas que trate de convencer a los miembros de la asamblea: por la cabeza o por la cola, recibirá un CAPICÚA.