Antes que todo quiero felicitar a Edwin Jusino, editor de este medio informativo, por tan documentado artículo sobre el triste caso de una jugadora y un técnico asistente de un club de Puerto Rico.
¡Extraordinario!… pero patético. Porque es una realidad que persiste en todos los deportes y en todo el mundo. Si todaví, este servidor fuera el Secretario General de la FPF, sin preguntar al columnista mencionado, sabría quien fue el técnico y hasta quien es la perjudicada. Que cada cual haga su trabajo y cumpla con sus responsabilidades. Punto.
Lo que ha pasado en ese incidente y comportamiento de un asistente técnico con una jugadora no es nuevo ni el único. Se habla y se asegura que un técnico extranjero, contratado por la FPF con bombas y cohetes, protagonizó otro caso más cruel que este.
En los 58 años que he dedicado como administrador deportivo también recuerdo casos traídos a mi atención y la forma en que apliqué los reglamentos sobre el o la persona señalada. Naturalmente, con la prueba hartamente certificada.
Estos incidentes ni son nuevos, ni son causados por un solo sexo. Hombres contra niñas, hombres contra niños y mujeres contra niñas.
Me indicaba un profesor de educación física que muchos dueños, técnicos, personal de salud y otros allegados de equipos juveniles están buscando una satisfacción que no es la deportiva. Y es cierto. ¿Dónde mejor estar con su deseo sexual que no sea donde hay mucho para “pescar”?
Recuerdo, en mis años juveniles, quienes eran los dirigentes de algunos deportes de categorías juveniles y ya adulto comprendí que esos, no todos, tenían un objetivo no deportivo. Y menciono deportes, pero también puedo mencionar a los Boys Scout of America, Clubes 4H, etc.
Recientemente en Paraguay, el presidente del Club de Fútbol Rubio Ñu categoría juvenil, Antonio González, salió retratado en una cama con el jugador Bernardo Caballero, en una foto deplorable. Un niño que tuvo que acceder a reglamos sexuales ante un presidente que le hostigaba y amenazaba con eliminarlo del fútbol guaraní si no accedía a sus reclamos.
La Asociación Paraguaya de Fútbol (APF) a determinado “impulsar los procedimientos necesarios y suficientes para tomar las medidas preventivas y correctivas que correspondan”.
En el año de 2009, llevamos a 29 niñas sub.-17 en un crucero por el Caribe Sur, donde jugamos contra cuatro de las islas visitadas. Como Secretario General a cargo del grupo, determiné que en cada camarote se quedarían tres jugadoras y una madre chaperona con todas las responsabilidades sobre ellas.
El único incidente fuera de las normas establecidas es que “capturé” a dos jugadoras a las dos de la madrugada buscando unas pizzas en la cubierta del barco. La pizzería estaba abierta las 24 horas. Y yo de guardia, pues me temía qué podía ocurrir. Ellas están activas en el fútbol y todavía comen pizza.
Posiblemente la FPF, veladora estatutaria de la salud física y emocional de los jugadores y jugadoras, no haga nada sobre el caso expuesto por nuestro editor, pero para el futuro, conociendo de antemano lo que puede suceder un consejo: NO PONGA LOS CABR@S A VELAR LAS LECHUGAS.