Esta mañana al levantarme y preparar mi acostumbrado pocillo de café negro, como todos los días, leo los rotativos isleños y naturalmente comienzo por las reseñas deportivas.
Los demás artículos tendrán su momento, pero el primer lugar está establecido como norma desde que comencé a jugar en la liga de béisbol de “los roba sacos” en mi natal Río Grande.
Cuanta alegría sintió mi alma, al detener mi vista en un escrito del periodista Raymond Pérez, del periódico El Nuevo Día y titulado “Los Islanders y su gran sorpresa ante el Cruz Azul”. Fue como una mezcla de nostalgia, coraje, alegría y dolor.
¡Que noche aquella del 17 de marzo de 2009!
Recuerdo que mis responsabilidades como Secretario General de la FPF, era recibir junto al presidente Joe Serralta (QDEP) a los directivos de tan renombrado club mexicano y a los delegados de la Federación Mexicana de Fútbol, a quien nos unía una amistad dentro y fuera del deporte.
Los buscamos al hotel y en el camino reconocían que Puerto Rico comenzaba a florecer en la CONCACAF con el club profesional Islanders, mencionando el esfuerzo de Serralta y las victorias sobre clubes de renombre como: L.D. Alajuelense, de Costa Rica; Santos Laguna, de Mexico y Marathon, de Honduras.
Y nos recordaban (que no hacía falta) que el Cruz Azul era la “macacoa” de clubes mexicanos, de Centroamérica y el Caribe.
Pero jamás se imaginaron que aquellos “novatos” vestidos de naranja les pudieran abochornar con un marcador 2-0 en un estadio convertido de béisbol a fútbol y con una multitud acalorada, que representó el jugador número doce (12) de los locales. Esa noche recuerdo que los bomberos no permitieron más asistencia al estadio.
Mi memoria me indica que en el año de 2004 Serralta me decía que su sueño era que su Club Islanders (amateur) lograra convertirse en el primer equipo profesional de Puerto Rico. Y lo logró. ¡Visionario y emprendedor!
Desgraciadamente el 7 de abril. del mismo año, los aguerridos Islanders perdieron en penales en el partido de vuelta y la razón de la derrota fue la altura. Señalaba a mis compañeros que el calambre en nuestros jugadores era notable y el jadeo de altitud los estaba consumiendo, pero dimos la batalla. Con la frente en alto. Y lloramos.
Una de las conversaciones que tuve con Joe Serralta, días antes de morir, tomándonos un café en el Rest. Zayas de Hato Rey, sentía que el esfuerzo de tener un club profesional en Puerto Rico menguaba y que el no lo vería.
Le consolé diciéndole; “Joe, no te castigues. Lograste tu propósito. Fuiste el fundador del primer club profesional de nuestra isla.” Se tranquilizó y me dijo: “Posiblemente, no habrá otro Islanders.”
Pero, aplicando un viejo refrán pueblerino: “De tal palo… tal astilla.”
Creo que Joey Serralta, hará honor a los deseos de su amado padre y rescatará el sueño de tener una liga y un club profesional, que vuelva a llenar los estadios, que podamos revivir aquellos tiempos idos y que por fin, podamos gritar a todo pulmón: “Somos La Tropa Naranja y tienen que respetarnos.”
Se puede… contra enemigo interior o exterior.