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Según una vieja historia, escrita si mal no recuerdo por los Hermanos Grimm, habíase una vez, el primogénito de una gran deidad que vino a pasarse un tiempito en la Tierra. Cuando su tiempo en el planeta llego a su fin, el nene reunió a 12 de sus mejores panas para un asado con “bebelata”. De ese vacilón surgió una institución tan grande y poderosa que le dio al mundo, entre otras luminarias, a la pulcra y beata Tata Charbonier. Moraleja: ¡de una buena comida pueden salir grandes cosas!

Menciono este cuento con la esperanza de que sirva de herramienta para que los apóstoles del fútbol puertorriqueño por fin acaben de entender algo del fútbol asociación, aunque sean los conceptos más básicos. Por más básicos que sean el fútbol puertorriqueño los desconoce, y hace décadas los tendrían que saber. El buen boricua, cuando desconoce, en vez de aprender cómo corresponde, inventa. De ahí, como si fueran arquitectos egipcios borrachos con el pitorro más fino del faraón, cometen la locura de invertir la pirámide y desatan desastres que perjudican al fútbol puertorriqueño por décadas.

¿Cuánto más tiene que sufrir la hinchada boricua por las soberanas vergüenzas que les hacen pasar nuestras selecciones? ¿Cuánto sufrimiento más por la falta de compromiso de los clubes para competir en CONCACAF, por la falta de jugadores de talla internacional que marquen diferencias en clubes y ligas de peso?

 

A simple vista, la respuesta a todas esas preguntas es la misma: otra administración federativa incompetente e inescrupulosa siguiéndole los pasos a la anterior administración incompetente e inescrupulosa, que a su vez le siguió los pasos a la anterior administración incompetente e inescrupulosa y así in saecula saeculorum.

La realidad es más compleja. La federación tiene culpa, sí, pero son los clubes los que eligen a los directivos. Hemos visto una y otra vez que los que tienen la responsabilidad de elegir los mejores dirigentes, se venden por el precio de una neverita de espuma de poliestireno. Predeciblemente, gana el que no tiene que ganar, otro incompetente inescrupuloso, pasa el mismo desmadre de siempre y todo el mundo a criticar los síntomas en vez de enfocar la causa.

Los clubes, cuyas huellas digitales aparecen por todo el cadáver, se lavan las manos y se esconden detrás de las quejas y críticas a la federación para no tener que dar la cara por sus groseras falencias como formadores y equipos competitivos. Muchos de estos clubes cobran y quizás es mejor no hacer ni decir nada y dejar que la federación cargue con el muerto. Así no estresan a la gallinita y sigue poniendo huevos.

Tarde o temprano las masas que se tienen que echar el gasto al hombro se van a preguntar, ¿pero yo para que te pago club? ¿Dónde están nuestros Mágico Gonzalez, Hernán Medford u Osvaldo Alonso? ¿Dónde está, por lo menos un jugador que marque diferencias en un programa importante de la NCAA? ¿Por qué a mi hijo ni en su propia casa lo conocen por su fútbol? ¿Dónde está la beca para Harvard o el contrato del Real Madrid? Cuando llegue ese momento, que me temo será pronto gracias a una economía en bancarrota por huracanes, terremotos, pandemias y la escoria política que hunde al país, todos los mandarines del fútbol puertorriqueño van a ver como se bate el cobre de verdad.

A estas alturas, se preguntará, ¿qué tiene que ver toda esta bazofia con la última cena? Pues lo siguiente. Ya sabemos que de una buena cena pueden surgir cosas importantes. Por ende, yo invito a una cena a los capos de los 5 clubes que a mi juicio son los más importantes del país. Vamos a ver si tomando el toro por los cuernos limpiamos un poco el desmadre que es el fútbol puertorriqueño.

Tan convencido estoy de que esta cena es de importancia crítica a la sobrevivencia del fútbol puertorriqueño, que no solo convoco, también pago. Ustedes escogen el lugar, se reúnen, cenan, comparten y me mandan la factura. Yo pago de inmediato sin condiciones, preguntas ni reparos. (Por favor estamos en tiempo de pandemia y los fondos están cortos, así que no abusen y nada de caviar ni champán.)

Convoco a los señores mandarines de la Academia Quintana; Don Bosco; Bayamón; GPS; y Metropolitan, a lo que ojalá sea, no la última, sino la primera de muchas cenas con la encomienda de promover los cambios drásticos que necesita nuestro fútbol para por fin progresar. Para que se conviertan en el “gobierno sombra” de le federación con poder de veto y decisión. Para que inspiren a los demás clubes a hacer las cosas bien.
Esa lista genera buenas y malas noticias para sus clubes, señores mandarines.
Las buenas: ustedes representan a los 5 clubes mas grandes de Puerto Rico. ¡Enhorabuena!

Las malas: con esa grandeza viene una responsabilidad mayor. Ustedes son los que marcan pautas, el buen ejemplo a seguir. De sus filas se supone que salgan los grandes jugadores. De sus canchas los grandes campeones. A ustedes les toca dar la cara, si o si, por Puerto Rico en CONCACAF. Ahora es el momento, porque nuestro fútbol no aguanta más el peso de la corrupción e incompetencia y siento tener que decir que hasta el momento ninguno de ustedes ha estado a la altura de su condición de club grande. Esta cena a la que los convido, es una oportunidad para corregir esa falta de compromiso con sus responsabilidades como los pilares del fútbol puertorriqueño que se supone que sean.

Los clubes no necesitan una federación para existir, pero una federación sin clubes no existe. Sin clubes que formen jugadores y les den espacio para jugar no hay fútbol. El poderío de los clubes es tal que pueden paralizar el fútbol de un país solo con hacer absolutamente nada. Su poder es real, un ente vivo y dinámico que reside en cada cancha. El poder de una federación es meramente político y solo sobrevive en una oficina. Su hinchada llora cuando gana, o pierde, mi querido Peñarol. A nadie le importa un comino si Iván Rivera se saca una foto con Luis Rubiales.

Rubiales (izquierda) con Iván Rivera (Derecha). RFEF

Yo entiendo que armar un equipo que gane campeonatos es una gestión solitaria, cada club arma por su cuenta el mejor equipo que puede según sus recursos y presupuesto, siempre tratando de sacarle ventaja al rival. Lo que no puede ser una gestión solitaria es el esfuerzo que se necesita para que el trofeo ganado confiera un valor real al campeón, y no meramente el derecho a presumir que son el titan del fanguero. Ustedes los clubes grandes tendrían que saber que el valor de ese trofeo influye, y mucho, en el valor de su propio club cuando gana un campeonato.

¿Qué valor tiene ahora un campeonato de la liga puertorriqueña? Ninguno. A nadie en Puerto Rico, mucho menos en el exterior, le importa quien ganó la LigaPR. Por más que lo convoquen, Esteban Pagan no va a escribir una nota sobre el campeón en el Nuevo Dia. El campeón no va a vender más taquillas la temporada próxima por su condición de campeón, ni va tener más patrocinadores. Nadie le va a pagar ni un peso en transferencia por sus jugadores. CFU ni los incluye en calendario porque saben que no juegan. En fin, el trofeo de la liga de fútbol puertorriqueña no vale más de lo que pagaron por el en Walmart.

¿Vale la pena tanto drama, por tan poca cosa? Solo para los que venden el humo de las becas universitarias y el profesionalismo o los que tienen un buen guiso con el alcalde. Para que todo nuestro fútbol progrese, desde la base hasta la cúpula, eso se tiene que acabar. Sería más fácil dejar que la federación haga el trabajo pesado, pero es a los clubes, especialmente los cinco grandes, a quien les compete asegurarse de una liga estable, competitiva y autosuficiente económicamente. La liga es la razón de existir de un club. ¿Por qué dejar su bienestar sujeto al capricho de una institución históricamente incompetente, dirigida por personas que tradicionalmente ni saben y ni hacen?

Por cierto, quédense tranquilos señores mandarines que no voy a hacer acto de presencia en la cena. Esas son sus aguas para navegar. Empero, ya que pago, me tomo la libertad de proponer la agenda del día: liga mancomunada y administrada por los clubes, no la federación; 1era y 2da con ascenso y descenso; divisiones inferiores; pago de salarios al plantel; venta de taquilla; plan de patrocinio de liga; y plan de apoyo económico para clubes que clasifiquen a CFU/CONCACAF.

Señores mandarines, créanme cuando les digo que ustedes cinco, actuando juntos, son el verdadero poder del fútbol puertorriqueño. Ya va siendo hora de que lo acepten y se comporten como corresponde. Llegó el momento de asumir su deber de liderazgo y ser grandes de verdad. I will put my money where my mouth is y pago esa cena sin condiciones. Ustedes tienen que poner presencia, inteligencia, compromiso y, hay que decirlo claro como la luz del sol, testículos. Traigan hambre y voluntad para trabajar señores y buen provecho.

Nota editorial: Fútbol Boricua (FBNET) Inc., ni sus socios o patrocinadores, se solidarizan necesariamente con las expresiones aquí vertidas.

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