Lunes 19 de agosto de 2013
Esteban Guevara/FBNET
Hace unos días el periódico La Nación publicó un interesante reportaje sobre el nivel educativo de los futbolistas costarricenses de primera división. Con agradable sorpresa nos enteramos entonces de un curioso dato aportado por el tabloide tibaseño: el 57% de nuestros jugadores posee una educación secundaria completa, contra el 40% del resto de la población del país. Asimismo, la publicación añadió que el 41% de aquellos cuenta con una profesión universitaria, o la está cursando. Si somos conscientes del origen humilde y de los entornos con bajos niveles de escolaridad que predominan en los actores de las jornadas dominicales que fielmente seguimos, irremediablemente estaremos forzados a cuestionarnos: ¿cómo es posible un porcentaje tan alto?
Una posible explicación radica en uno de los fundamentos que buscan los padres de familia cuando deciden inscribir a sus hijos en alguna escuelita de fútbol o equipo de divisiones inferiores, y consiste en que sus infantes adquieran un sentido básico de disciplina y responsabilidad. Un muchacho al que conforme va adquiriendo conceptos técnico-tácticos, se le empieza a inculcar el compromiso por cumplir con las responsabilidades propias de su temprana edad (entiéndase las de tipo escolar, las del hogar, y las de su joven club), irá desarrollando más posibilidades de hallar éxito en cuanta meta se proponga a lo largo de su vida.
Si bien el presente nacional en cuanto a la escolaridad en los futbolistas es preliminarmente esperanzador, en muchos lugares allende nuestras fronteras se encuentra una realidad completamente diferente, en la que es común hallar una percepción de desprecio o desinterés hacia el estudio, por parte de personas del medio futbolístico. Cito entonces dos ejemplos; el primero de ellos corresponde a un episodio posiblemente ya olvidado, que data de 1996, año en que la selección olímpica brasileña como invitada tomó parte en la Copa de Oro de la CONCACAF. En aquel tiempo la crítica del continente se centró en los seleccionados amazónicos a la hora de entonar las notas de su himno nacional, pues ninguno de ellos conocía la letra. Como es usual en el cinco veces campeão, la mayoría de sus futbolistas proviene de favelas en las que se reducen enormemente las opciones de instruirse académicamente, o de tan siquiera conocer acerca del simbolismo cívico de su propia nación.
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El otro caso sucedió hace dos años, e involucró al entrenador argentino Juan Eduardo Esnáider. El ex futbolista del Real Madrid y la Juventus, entre otros clubes, le negó el permiso a su pupilo en el Zaragoza B, Ramiro Mayor, para que rindiera el examen de admisión a la universidad. “Los estudios son incompatibles con el fútbol. Lo que hay que hacer cuando terminas de entrenar es descansar, no estudiar,” (1) sentenció el sudamericano, lo cual motivó a las autoridades gubernamentales españolas a manifestarse en contra del estratega.
Volviendo a Costa Rica, en 1999 Francisco el Pacho Maturana fue testigo presencial de la privilegiada situación tica cuando dirigió a la Selección Nacional. Luego de realizar su primera convocatoria, el colombiano advirtió con asombro que de los 20 seleccionados llamados, casi el 90% tenía estudios universitarios. “Yo sabía que el jugador costarricense era bueno; ahora sé que lo es más de lo que pensaba […] Eso lo he ratificado con el conocimiento personal […] Tiene un nivel por encima de la media en América, con un buen nivel cultural, a lo que se suman elementos como carácter, temperamento, concentración y disciplina,” (2) afirmó al respecto. En su país, como en gran parte del hemisferio sur, la situación es muy distinta.
En las últimas décadas varios futbolistas nacionales, a base de una gran dedicación y un tenaz esfuerzo, se han encargado de confirmar la observación de Maturana y han alcanzado éxito al combinar el estudio con la práctica del balompié. Estos son algunos casos: el ex guardameta sancarleño Fausto González en 1995 debió ausentarse de la concentración que en las zonas altas de Cartago llevó a cabo la selección sub17 con miras a su participación en el Mundial Infantil en Ecuador, pues debía cumplir con sus exámenes del bachillerato. Una vez reincorporado al equipo patrio, brilló con luz propia en el certamen sudamericano, al punto de ser considerado uno de los tres mejores arqueros de la justa. Actualmente el Golero Loco está retirado del fútbol profesional, por lo que se dedica por entero a su profesión de abogacía.
Evaristo Coronado, ídolo saprissista de los años 80s, se convirtió en ingeniero civil mientras desarrolló una carrera futbolística que lo llevó a marcar más de cien goles en primera división y a jugar en tres eliminatorias mundialistas con el seleccionado tricolor. A propósito de la institución tibaseña, el equipo Proceso 96 del Deportivo Saprissa acaba de imponer la mejor marca de anotaciones en los últimos 17 años del fútbol aficionado de LINAFA (antiguamente llamada ANAFA), y un detalle que realza tal logro radica en el hecho de que el 80% de sus jugadores cursa el quinto año de secundaria, por lo que entrenan cuatro veces por semana a las 5 de la mañana e inmediatamente deben dirigirse a sus centros de estudio.
Otro ejemplo corresponde al ex delantero del Club Sport Cartaginés, Bernard Mullings, quien a lo largo de su paso con los brumosos (con los que se coronó campeón de la CONCACAF en 1995) siempre dedicó tiempo para estudiar hasta finalmente obtener el año anterior el título de Administrador de Empresas. Dedicado en la actualidad a esa profesión, Dinamita Mullings invierte parte de su tiempo a la dirección técnica del equipo sub17 cartaginés, cuadro con el que se coronó campeón en 2012 y logró llevar el primer trofeo en 25 años a la Vieja Metrópoli. Cabe rescatar las consideraciones de Mullings al momento
de su graduación universitaria: “Siempre me propuse mejorar cada día, es simplemente querer hacer bien las cosas. Conozco futbolistas que se burlaban o menospreciaban esto, que después de los entrenamientos tenían la tarde libre y yo me iba a la U. Siempre les dije lo importante que era estudiar y ahora se lo digo a mis chicos del equipo.” (3)
Mullings administrador. El ex delantero brumoso muestra orgulloso su recién conseguido título universitario de Administración de Empresas. (Tomada de Al Día)
El valor que nuestros futbolistas le dan al estudio tiene antecedentes más antiguos de lo que imaginamos. Para muestra, la siguiente joya histórica: en 1936 el joven delantero ex liberto de 20 años de edad, Jorge Dávila, arribó a la Madre Patria para jugar con el Español de Barcelona. De acuerdo a lo previamente convenido por el jugador y sus padres con la institución catalana, fue incluida una cláusula en el contrato que textualmente rezaba: “El DEPORTIVO ESPAÑOL velará para que se inscriba en aquellos centros docentes donde se practiquen los estudios que el Sr DÁVILA quiera seguir, y el Club se compromete de manera formal a satisfacer por su cuenta las matrículas universitarias y los libros de texto en tanto dure su compromiso, y, además, el DEPORTIVO ESPAÑOL deberá dar cuenta a los familiares del Sr DÁVILA si viera que, por negligencia o abandono, no practicare el Jugador sus estudios con la asiduidad debida, con el fin de determinar de común acuerdo la recisión del contrato y la vuelta del Sr DÁVILA al hogar paterno.” (4)
Pese a que la Guerra Civil española truncaría el paso de Dávila por Cataluña, posteriormente emprendería similares tareas en La Habana, donde se graduaría de odontólogo mientras jugaba en la primera división cubana en los años 40s. Otros futbolistas costarricenses que en esa misma década se dedicaron a estudiar mientras vivieron aventuras por el balompié del extranjero son Alfredo Chato Piedra, quien también fue figura en el balompié de la perla antillana, y allí obtuvo su título de radiotécnico; y Mario Jones, que mientras fungió como arquero del Áudax Italiano de Chile se graduó en electrónica. Asimismo en los años 50s Rafael Felo García obtuvo una beca para estudiar en Londres; al tiempo que inició su carrera de arquitectura se convirtió en el primer futbolista costarricense en actuar para un club inglés, pues formó parte del Hendon FC de la liga amateur británica. Felo es uno de los fundadores de la Escuela de Arquitectura de la

UCR y en 2008 obtuvo el Premio Nacional de Cultura Magón. Otro caso corresponde a Paulo Wanchope, si bien más reciente, quien aprovechó parte de los siete años en los que jugó en clubes ingleses para estudiar la carrera de administración.
Pionero del arte abstracto en Costa Rica. Producto de su paso por Inglaterra, el futbolista Rafael Felo García incursionó en la pintura, a través de la cual se encargó de darle nacimiento al arte abstracto en nuestro país. Esta es una de sus obras, parte de la carrera artística que en 2008 lo coronó con el Premio Magón.
La dirigencia del fútbol costarricense, pese a que últimamente acumula más desaciertos y fracasos que éxitos, durante los últimos 17 años ha cumplido una loable labor de colaboración a erradicar la mentalidad retrógrada de que no se puede combinar el estudio con la práctica profesional del deporte que más apasiona a los ticos. Desde 1996 la Fedefutbol ha velado porque los seleccionados infantiles no abandonen la educación secundaria; así, en ese año ubicó a trece de los veintiséis preseleccionados sub17 en el Colegio Luis Dobles Segreda, donde encontraron la cercanía necesaria para asistir a los entrenamientos en La Sabana. Posteriormente, para el año 2000, suscribió un convenio con el Ministerio de Educación que brindó el aprovechamiento del Programa Nuevas Oportunidades para Jóvenes, en el cual los noveles futbolistas disfrutaron de facilidades como la donación de material de estudio, reducción a seis materias básicas, y la asignación de profesores que les impartieron lecciones en las propias instalaciones de la Federación.

Seleccionados infantiles en el aula. Saúl Phillips y Kraesher Mooke, en primer plano, fueron dos de los seleccionados sub17 que aprovecharon el Programa Oportunidades para Jóvenes que le brindó el MEP a la Fedefutbol en 2000. (Tomada de Diario Extra)
Actualmente la metodología a la que acude la Fedefutbol corresponde, según un nuevo pacto, a la educación de tipo abierta, por lo que el Colegio Boston ha sido el ente académico que ha recibido a los seleccionados menores, entre ellos las muchachas que estarán jugando el próximo año el Campeonato Mundial Infantil Femenino en nuestro país. Juan Diego Quesada, timonel de esa representación, es un gran impulsor de la instrucción académica en los deportistas, tal como lo evidencian sus palabras: “Yo siempre lo he dicho, antes de entrenador soy educador […] Las reglas son claras, la muchacha que pierde el año o que no estudia no tiene nada que hacer aquí, esa ha sido mi filosofía y no la voy a cambiar.” (5) Como parte de los proyectos a futuro cercano, los jerarcas nacionales contemplan la construcción de dos aulas dentro de la infraestructura del Proyecto Gol para retomar el estilo empleado hace trece años.
Algunos equipos de primera y segunda división han aportado soluciones al tema. La más habitual consiste en pactos suscritos con universidades en las que son beneficiados con becas los jugadores que lo necesiten para poder cumplir con las dos responsabilidades simultáneas. La Liga Deportiva Alajuelense, además, una vez que volvió a contar con Enrique Quique Vázquez como coordinador de ligas menores, acató la directriz de trasladar los entrenamientos del Alto Rendimiento a un horario más tarde para que los jóvenes pudieran continuar con el estudio. “Fue de las primeras decisiones que tomé cuando volví. El Alto Rendimiento ahora entrena a las 4 pm. Conmigo la prioridad es el estudio. Es más, mi criterio, que tal vez no es el del club, es que un joven que no estudie no debería estar aquí,” (6) recordó el ex técnico rojinegro.
El Deportivo Saprissa, por otro lado, puso en funcionamiento su propio colegio, cuyas aulas fueron instaladas en el salón multiuso del equipo, debajo de la gradería oeste del inmueble morado. Funcionó durante dos años gracias al convenio con el Colegio Nacional a Distancia y el MEP, y como principal facilidad destacaba el hecho de que el horario de lecciones se coordinaba de acuerdo al de las prácticas. Este año cerró sus puertas debido a causas ajenas a su control: la baja promoción a nivel nacional, así como la disminución de alumnos del cuadro tibaseño –pues se graduaban- que imposibilitaba tener el número mínimo establecido para continuar con el proyecto, hizo que el Ministerio decidiera concluirlo.
Colegio Saprissa. Jóvenes de las divisiones inferiores saprissistas escuchan atentos una lección promovida por su club y el MEP. (Tomada de Al Día)
Por otra parte, existen además instituciones costarricenses enfocadas en brindar oportunidades académicas a jugadores que ya han finalizado la secundaria y desean iniciar estudios universitarios. Este es el caso de Futbol Consultants y Mraz Soccer Academy, entre otras, que se encargan de colocar a futbolistas previamente escogidos según su nivel futbolístico, en ligas universitarias estadounidenses. En aquellos destinos los ticos obtienen valiosas carreras en recintos de prestigio, al tiempo que juegan en una competición con la infraestructura propia de naciones de primer orden, y cuentan con el plus de desarrollarse en una vitrina que es antesala de la MLS, liga profesional que provee unos de los mejores sueldos del continente. Si bien la mayoría de los nacionales que se han incorporado al balompié universitario de EEUU consta de futbolistas del Alto Rendimiento, se cuentan
varios que incluso participaron con Costa Rica en Mundiales de categoría menor (Pablo Nassar, Bruno Castro, Nichlas Allers, Adrián Mora, Federico Crespo, Mauricio Vargas, Francisco Calvo, Daniela Cruz, Gabriela Guillén, Jakellene Palacios, Fabiola Sánchez, María José Gamboa, Daniela Vega y Raquel Rodríguez). Con un título bajo el brazo, algunos continuaron jugando profesionalmente, como Nassar, Calvo, Rodney Wallace, Gonzalo Segares, Saúl Montero…
Universitario en la Sele.Rodney Wallace brilló en el fútbol universitario estadounidense con Maryland, donde cursó la carrera de Ciencias y Letras. Actualmente es miembro de la selección mayor costarricense. (Tomada de Examiner)
Pese a que la escolaridad del futbolista costarricense es relativamente alta, y a que la dirigencia de los equipos y de la Fedefutbol brindan el apoyo necesario, no puede obviarse la presencia de directores técnicos que no comparten el parecer expuesto en el presente artículo. Hombres como Orlando de León, Jorge Manuel Ulate y Johnny Chávez, entre muchos otros más, muestran una reticencia a que sus dirigidos estén ausentándose de los entrenamientos por cumplir compromisos académicos, según consta por el testimonio de algunos de sus ex pupilos. En el caso de Ulate y Chávez, mantuvieron su posición incluso mientras dirigieron al equipo de la propia Universidad de Costa Rica, lo que obligó a varios estudiantes de esa casa de enseñanza que actuaban en el club, a cambiar de universidad o, en el peor de los escenarios, a dejar el equipo.
Otro inconveniente que deben sortear nuestros jugadores para poder obtener carreras académicas -y que últimamente ha aumentado excesivamente- corresponde al objetivo de ser fichados en ligas que aunque carecen de reconocimiento en el extranjero, representan una opción fundamental para asegurar su futuro económico. Ante tales contratos millonarios los futbolistas nacionales se ven posicionados en una situación en la que opinan que pueden “darse el lujo” de prescindir del estudio. Dicha percepción empieza a rondar su cabeza desde que actúan en ligas menores, y muchas veces los mayores culpables de esa desviación de prioridades son sus propios padres e incluso las directivas de sus clubes, algo paradójico esto último si como se mencionó unas líneas atrás, llevan años luchando por mejorar el nivel sociocultural de sus contratados. Así, basta con analizar la composición de la actual selección mayor de Jorge Luis Pinto para comprobar lo señalado anteriormente: prácticamente ninguno de los hombres que luchan por el boleto a Brasil 2014 cuenta con una carrera universitaria, ni siquiera los máximos exponentes de nuestro balompié.
Actualmente vivimos una tendencia mundial que desestima la preparación académica, pese a que la competencia laboral exige cada vez más una formación plena en cada campo de trabajo. El mejor ejemplo de ello corresponde a una curiosidad que aunque alejada del fútbol, permite percibirla claramente: quienes disfrutamos ver History Channel, Nat Geo y Discovery Channel en la televisión por cable, últimamente hemos observado una proliferación de programas cuyos personajes centrales son camioneros, pescadores, leñadores, mineros, montañistas, vendedores de antigüedades, postores de subastas e incluso convictos, todos ellos personas carentes de estudios universitarios; bastante irónico tratándose de canales de corte cultural.
En el extranjero existen instituciones futbolísticas que han decidido tomar el asunto por su propia cuenta. El Pachuca mexicano, el River Plate argentino y la Asociación Uruguaya de Fútbol presentan quizás los mejores esfuerzos continentales por formar “futbolistas-estudiantes”. Los Tuzos fundaron en 2001 la Universidad del Fútbol y Ciencias del Deporte, mientras que los Millonariosacaban de crear el Instituto Universitario River Plate -que funciona bajo las graderías de su famoso Estadio Monumental en Barrio Núñez-, ambos centros de enseñanza se enfocan en un modelo de educación en torno al balompié. La dirigencia del fútbol charrúa, por su parte, desde 2010 trabaja en el Programa Gol al Futuro, un proyecto en colaboración con el gobierno que ayuda a la formación académica de las divisiones menores, y que en un lustro aspira a poder exigir la secundaria completa a todos los futbolistas uruguayos de primera división. Iniciativas como estas merecen ser estudiadas e implementadas en nuestro país, que con uno de los índices más altos de escolaridad en el istmo y en parte del resto del territorio latinoamericano, hacen factible la idea de invertir montos económicos en proyectos de tal índole. Cabe señalar que en Costa Rica lo más parecido a tan ingentes propuestas corresponde al Diplomado en Administración Deportiva que brinda la Universidad Latina, además de cursos como el Técnico en Administración Deportiva (Universidad de San José), Administración Deportiva (UNA) y Gestión Deportiva (UCR en conjunto con la FIFA).
El fútbol se torna cada vez más competitivo, y quien se dedica a este deporte encuentra como principal desventaja lo efímero que resulta dedicarse solo una década y media a él. Además existe el siempre latente riesgo de sufrir una lesión que si no termina súbitamente con las metas propuestas, se encarga de hacerle perder ritmo de competencia hasta dificultarse enormemente el hallar buenas opciones deportivas en el mercado nacional. Por otro lado, no pueden pasar desapercibidas las situaciones excepcionales que truncan oportunidades en este campo. La que mejor ejemplifica esto último: el caso que sucedió a finales de 2010 cuando Barrio México fue excluido de la Primera División y sus jugadores quedaron a la deriva; los que tenían una profesión complementaria no palidecieron tanto como los que no tenían una, quedando de manifiesto la enorme ventaja que significa el estudio.
Otro beneficio consiste en que incluso aumenta las posibilidades de alcanzar éxito a la hora de vincularse a un equipo del extranjero, pues quienes arriban a un club foráneo en esas condiciones normalmente lo hacen con buen manejo del inglés y con una apertura mental a nuevas culturas, logrando así mejorar la adaptación. Para nadie es desconocido el triste caso de Froylán Ledezma (fichado por el Ajax de Holanda en 1997) cuyo limitado nivel educativo terminó por pasarle la factura y decretar su salida apenas a los dos años de los cinco que había convenido con los tulipanes. Otro futbolista que en días recientes adoleció una situación similar es Heiner Mora, quien tras abandonar el fútbol noruego se encuentra a la expectativa del veredicto de FIFA sobre su disputa legal con el Honefoss BK; el Tití incluso se expone a quedar inhabilitado y recibir una millonaria sanción económica si el máximo ente rector falla en su contra. Un ejemplo más, el de Reyner Robinson que -con el respeto que se merece el hermano pueblo hondureño, allí no se supone que un tico debería hallar problemas culturales para adaptarse- ni siquiera pudo acomodarse al Motagua en 2001. La contraparte recae en Celso Borges, figura del AIK sueco, quien sí goza de una preparación académica. “De no haber tenido esa buena base de inglés, creo que habría sido súper complicado. Fue vital, porque es la primera herramienta que uno tiene para socializar, porque no es solo que uno juega afuera, sino que vive afuera,” (7) afirmó el hijo de Guima.
Como conclusión del tema, los futbolistas costarricenses corresponden a un privilegiado gremio con un índice relativamente alto de escolaridad; gozan del apoyo de la dirigencia deportiva nacional en ese sentido, y cuentan con no pocas oportunidades de forjarse una carrera académica, paralela a la del balompié, con la que puedan respaldar su futuro y el de sus familias. Si bien en el país se marcha muy bien en tal aspecto, aún se puede –y se debe- trabajar más y mejorar el actual panorama, de manera tal que llegue el día en que sea desterrado por completo el estereotipo de que un jugador de fútbol no pueda además estudiar.
(1) Las declaraciones de Juan Eduardo Esnáider fueron tomadas de Diario AS.
(2, 6 y 7) Las de Francisco Maturana, Enrique Vázquez y Celso Borges, de La Nación.
(3) Las de Bernard Mullings, de Al Día.
(4) Contrato laboral de Jorge Dávila con el CD Español de Barcelona. Colección privada.
(5) Las declaraciones de Juan Diego Quesada fueron tomadas de Diario Extra.
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