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La Pedrada

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Lunes 8 de junio de 2015

El barrio ‘La Pedrada’ en San Francisco de Coronado no es ningún sitio famoso. El nombre por sí solo posiblemente remitirá al lector a imaginar algún paisaje rupestre y carente de historias dignas de contarse en estas líneas futboleras. Sin embargo, en el primer semestre de 1991 se presentó en ese lugar el Deportivo Costa Rica, equipo femenino de primera división y base de la selección nacional de aquel entonces.

Jugadoras como Carla Alemán, famosa porque años después se convertiría en la primera mujer tica en obtener su licencia como entrenadora, –a propósito de la reciente contratación de Jimena Rojas como asistente técnica en el cuadro masculino de la UCR en la máxima categoría- María Eugenia ‘Maruja’ Fernández, Ana Guiselle Rodríguez, Maritza Álvarez, Xinia Contreras y Flor Villalobos, todas ellas figuras de ‘la Tricolor’, además de Jacqueline ‘Jacky’ Álvarez –posteriormente seleccionada también- conformaban la columna vertebral de un fuerte equipo que se convirtió en la principal atracción de un barrio poco habituado a presenciar espectáculos deportivos de tal índole.

Valga destacar que en ‘La Pedrada’ no existía equipo femenino alguno, pero ante la curiosa iniciativa de concretar un duelo amistoso frente al versado rival, se armó un improvisado cuadro entre las mujeres de la barriada. Xinia Torres en la puerta, Irene Ampié en la zaga, y ‘Tula’ en el mediocampo; permítame acotar sobre esta última jugadora: quizás lo más difícil no fue arengarla para tomar parte en tan disímil contienda, sino convencerla de calzar ‘tacos’, puesto que estaba acostumbrada a andar descalza por las empedradas calles del barrio.

El día del juego el Dep Costa Rica cautivó la atención de todos los presentes. Ataviadas con un completo y elegante uniforme, sus jugadoras derrocharon fútbol en el improvisado campo de juego, el lote vacío que el finado ‘Chonca’ Ballestero destinó para varios usos: desde albergar sus vacas, hasta servir de parqueo a sus furgones de trabajo. Un visible desnivel –si el estadio moraviano ‘Pipilo’ Umaña lo tiene, ¿no lo iba a tener ‘la canchilla del barrio’?- contrastaba con los coquetos e impecables marcos pintados de blanco con la base en negro. La belleza femenina no faltó esa vez, siendo ‘Maruja’, la guardameta visitante, la que captó la admiración de todos, especialmente los adolescentes locales, que ubicados detrás de su portería, no se cansaron de aplaudir y felicitar cada intervención suya, por más inofensiva que fuera…

A pesar de las estiradas de la portera Xinia, -madre de Yuliana Salas, guardameta titular en el Mundial infantil del año pasado- la ‘tiza’ a la que Irene irremediablemente debió apelar, y las jugadas de peligro que ‘Tula’ se inventó desde la mitad del campo, el honorable rejuntado femenil del barrio encajó una goleada de escándalo; algunos afirman que fueron nueve las anotaciones que sufrieron las de casa, otros opinan que el marcador no superó los seis goles de diferencia… como ya han pasado 24 años de los hechos descritos en la presente columna, y la FIFA no consigna aquel partido en sus registros oficiales, resulta tarea imposible cotejar con exactitud el ‘score’ final. Empero, para las espontáneas futbolistas de ‘La Pedrada’ lo importante fue el haber podido medirse a un oponente como aquel; “para nosotras fue como jugar contra el Real Madrid”, rememoró con orgullo la guanacasteca Irene Ampié.

Con respecto a las triunfadoras, y es aquí donde se torna necesario comparar su panorama con el que viven las actuales seleccionadas nacionales que mañana debutan en el Mundial Mayor Canadá 2015, en aquellos tiempos las seis jugadoras del Deportivo Costa Rica que unos pocos meses después de visitar la barriada de marras disputarían sin fortuna la eliminatoria de la CONCACAF (primera ocasión en que Costa Rica participó en un Premundial), no contaron con las cómodas instalaciones de un Proyecto Goal, ni un escenario de lujo como el majestuoso nuevo Estadio Nacional, ninguna de ellas había campeonizado en una ‘Champions’ jugando para un equipo francés de élite mundial; por el contrario, sus fogueos se limitaron a una gira por la zona atlántica contra escuadras femeninas locales, mientras que en sus equipos de procedencia dirimieron encuentros amistosos contra conjuntos improvisados, tal como el señalado en estas líneas.

La única intención de quien redacta esta columna consiste en dedicar un pequeño espacio a las pioneras, a aquellas jugadoras como las del Deportivo Costa Rica que jugaron en el barrio coronadeño, pues en nuestro país lamentablemente es práctica normal olvidar a quienes en el pasado se encargaron de iniciar a labrar lo que en la actualidad le genera ilusión a todo un país. Así que mañana que las nuestras se batan en tierras canadienses contra sus similares españolas, recordemos que hace casi un cuarto de siglo otras ticas empezaron la lucha por tratar de asistir a una Copa del Mundo en categoría mayor… por lo menos en ‘La Pedrada’ las recordarán siempre.

*La imagen de portada corresponde a las seleccionadas nacionales que disputaron el Premundial de 1991 en Haití; fue tomada de la hemeroteca de La Nación.

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