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Sydsvenskan

Los fanáticos de las jugadoras del fútbol en ocasiones se van al extremo aferrándose a la idea de que su jugadora favorita gane en todo momento. La triste realidad es que cuando se apuesta con grandes cantidades de dinero y no se logra el éxito, el coraje y la frustración pueden invadir la mente de la personas perdiendo el control de sus actos.

El desagradable mensaje de un seguidor de la portera de la selección sueca, Rut Hedvig Lindahl, es un ejemplo de cómo el descontrol de un fanático puede afectar la vida de un ser humano. Y aunque el autor de los fuertes insultos y trágicas palabras de amenazas fue denunciado, la intranquilidad e inseguridad de la fémina le han provocado serios problemas de salud.

Puedo entender que los logros y derrotas de alguna jugadora que admiremos se sientan de manera especial. Pero cuando esa admiración se convierte en fanatismo tóxico, donde la pasión, ideas, creencias y entusiasmo es exagerada o desmedida sale de lo normal, es inaceptable.

 

Esto no solo pasa en el fútbol, a través de los años hemos visto el fanatismo alrededor del mundo en diversos deportes.

Cabe destacar que los fanáticos ocupan un lugar sumamente importante para las jugadoras o cualquier artista. Pero cuando se convierte en fanatismo tóxico, la ceguera incondicional se apodera de su comportamiento causando daños a otros. A tal punto que si no se pueden controlar, es peligroso.

No obstante, hay fanáticos positivos, donde el sentido, ideales y el comportamiento van conforme a la aceptación de una realidad.

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