Viernes 7 de Agosto de 2015
Edwin R. Jusino | Desde la Tribuna
El tema hablar en todo el pais es la negativa de la Federación de Baloncesto de Puerto Rico de no permitirle a Carla Cortijo debutar en la WNBA y por consecuente, troncharle los sueños a la jugadora. Seguramente, si en ves de ser Carla, y fuera Carlos, y digamos que fuese el LA Lakers, o los Boston Celtics, no hubiese problema.
El caso de Carla Cortijo tiene parentela con situaciones que ocurren en el seno del programa femenino de la Federación Puertorriqueña de Fútbol (FPF). Las jugadoras dan todo por representar a su pais y la FPF no les devuelve nada a cambio. El ser miembro de una Selección Nacional casi se ha convertido en una servidumbre de fideicomiso, casi rayando en la esclavitud. Las federaciones ganan todo y las jugadoras poco o nada.
Un ejemplo reciente que me viene a la mente lo fue el de Sofía Grossman durante la eliminatoria mundialista el año pasado. Grossman no pudo participar de los entrenamientos por que optó por irse de Coop a California. Por tanto, no importó todos los sacrificios anteriores que hizo Grossman por su pais y por representar dignamente el fútbol, la dejaron fuera de la segunda fase de la eliminatoria.
Actualmente la FPF no da ninguna ayuda económica a las jugadoras que representan a la isla en la Selección. Sus familias costean todo durante el periodo preparativo: los viajes, comidas, etc. Si el horario de trabajo de la jugadora conflije con las prácticas son separadas de la Selección. La mayoría de las jugadoras son estudiantes universitarias, con necesidades económicas ¿Sabrán los federativos que ningún equipo femenino, por excepción de uno, le paga a sus jugadoras por jugar fútbol?
Y es triste que las mejores jugadoras sean cortadas por órdenes de algún federativo, por que faltaron dos o tres veces por falta de transportación, o recursos económicos. Esto, despues de meses de sacrificarse por llegar a las prácticas. A pesar de que el técnico nacional esté contando con ellas en su esquema de juego.
Sin hablar de las censuras, y amenazas a las jugadoras, como si la FPF fuera su agente diciendo con quienes pueden hablar y con quienes no. O peor aun, amenazandolas de no convocarlas si sus clubes participan en X o Y competencia y no en la fábrica de dinero federativa. Como si eso limitara las habilidades o las destrezas de la jugadora. Es curioso que las jugadoras que juegan en el extranjero no se les exijan estas cosas, mientras que a las locales se les usa como peones en un juego de ajedrez.
Gracias Carla Cortijo, por alzar tu voz. No solo en defensa de las baloncelistas, sino de todas las mujeres atletas que tienen sueños de aspirar a jugar profesionalmente dentro y fuera de nuestro pais.
Foto: Noticel