Ayer fue la noche de Bryan Ruíz, si aquel que porta la banda de capitán y que muchas veces criticamos porque cuando venía a la Selección Nacional se armaba una especie de novela con respecto a sus lesiones.
No era extraño la incógnita por días enteros sobre si jugaba no tal partido, las fotografías de su pierna forrada en hielo eran ya asunto de del diario vivir, muchas veces quede con un sin sabor porque el Bryan que jugaba en su equipo, ese que era estrellita tica venía a la Selección y parecía que en el equipaje quedaba su don.
Uno no se explicaba como ese jugador sufría un cambio tan repentino, yo soy de las que decía que si el fantasma de tanta lesión lo perseguía y eso le hacía tener miedo a la hora de jugar que se convocara a otro, sí otro que no tuviera miedo y como dice uno “que metiera pata”.
Pero antes del juego contra Panamá, Bryan reconoció que en sus participaciones anteriores con la tri color quedó debiendo, algo que toda la afición y medios de comunicación ya habían notado. Incluso se comprometió en mejorar, como dije uno lo veía semana a semana hacer un derroche de fútbol con su equipo y verlo en la Selección con un papel que no pasaba de expectativa era deprimente.
Ayer se puso la camiseta roja, las variantes de Pinto en alineación y forma de juego le ayudaron a identificarse un poco más con su fútbol, no veo nada de malo que un jugador le diga al técnico como se siente mejor jugando. Decirle al técnico “ úseme donde me ocupe” no es válido, porque no es cierto que en cualquier posición el jugador se sienta cómoda, existe una posición y esquema de juego que le facilitan desbordar sus capacidades y peor aún si el jugador se queda callado.
Bryan ayer marcó diferencia, es que hace rato no veíamos esa camisa número 10 desplazarse por la cancha, pero aún le falta más por entregar y mostrar. Si jugará así siempre, sería el fijo dolor de cabeza de los rivales, si hacer mucho con la tricolor solo por jugar donde juega ya llama la atención de la prensa del país al cual nos enfrentaremos.
A la selección aún le falta, seguimos sufriendo por descuidos e incluso a veces se juega de manera confusa, estamos en un buen momento porque la motivación esta alta y las matemáticas nos ayudan, pero esto no debe nublar lo que debemos corregir.
Todavía a muchos jugadores les falta cambiar de actitud y por dicha el técnico ya no nos hace esos cambios defensivos y ya no le apuesta tanto al pelotazo y encerrarse atrás. Ya se anima a salir un poco más, eso es bueno pero como dirían los jugadores “sigamos trabajando”.
Huele a Brasil pero con cautela y cuidado, aún no estamos bailando samba. Hace cuatro años terminamos bien la primera vuelta y luego vino una caída libre. Tenemos que demostrar ahora que no fue cuestión de casualidad de un momento de motivación y mal momento de rivales fuertes.
Ayer fue la noche de Bryan Ruíz, si aquel que porta la banda de capitán y que muchas veces criticamos porque cuando venía a la Selección Nacional se armaba una especie de novela con respecto a sus lesiones.
No era extraño la incógnita por días enteros sobre si jugaba no tal partido, las fotografías de su pierna forrada en hielo eran ya asunto de del diario vivir, muchas veces quede con un sin sabor porque el Bryan que jugaba en su equipo, ese que era estrellita tica venía a la Selección y parecía que en el equipaje quedaba su don.
Uno no se explicaba como ese jugador sufría un cambio tan repentino, yo soy de las que decía que si el fantasma de tanta lesión lo perseguía y eso le hacía tener miedo a la hora de jugar que se convocara a otro, sí otro que no tuviera miedo y como dice uno “que metiera pata”.
Pero antes del juego contra Panamá, Bryan reconoció que en sus participaciones anteriores con la tri color quedó debiendo, algo que toda la afición y medios de comunicación ya habían notado. Incluso se comprometió en mejorar, como dije uno lo veía semana a semana hacer un derroche de fútbol con su equipo y verlo en la Selección con un papel que no pasaba de expectativa era deprimente.
Ayer se puso la camiseta roja, las variantes de Pinto en alineación y forma de juego le ayudaron a identificarse un poco más con su fútbol, no veo nada de malo que un jugador le diga al técnico como se siente mejor jugando. Decirle al técnico “ úseme donde me ocupe” no es válido, porque no es cierto que en cualquier posición el jugador se sienta cómoda, existe una posición y esquema de juego que le facilitan desbordar sus capacidades y peor aún si el jugador se queda callado.
Bryan ayer marcó diferencia, es que hace rato no veíamos esa camisa número 10 desplazarse por la cancha, pero aún le falta más por entregar y mostrar. Si jugará así siempre, sería el fijo dolor de cabeza de los rivales, si hacer mucho con la tricolor solo por jugar donde juega ya llama la atención de la prensa del país al cual nos enfrentaremos.
A la selección aún le falta, seguimos sufriendo por descuidos e incluso a veces se juega de manera confusa, estamos en un buen momento porque la motivación esta alta y las matemáticas nos ayudan, pero esto no debe nublar lo que debemos corregir.
Todavía a muchos jugadores les falta cambiar de actitud y por dicha el técnico ya no nos hace esos cambios defensivos y ya no le apuesta tanto al pelotazo y encerrarse atrás. Ya se anima a salir un poco más, eso es bueno pero como dirían los jugadores “sigamos trabajando”.
Huele a Brasil pero con cautela y cuidado, aún no estamos bailando samba. Hace cuatro años terminamos bien la primera vuelta y luego vino una caída libre. Tenemos que demostrar ahora que no fue cuestión de casualidad de un momento de motivación y mal momento de rivales fuertes.