
El club Puerto Rico FC se ha convertido en un equipo gitano, tras el paso del huracán María el 20 de septiembre sobre la totalidad de Puerto Rico, Mientras la gente de la Isla trata de sobrevivir y reponerse o huir, el equipo agarró vuelo, literalmente y figurativamente. Pudieron levantarse del golpe deportivo, y con una racha final, PRFC quiere seguir adelante y dar un ejemplo a los boricuas que todavía no pueden ver sus partidos, y mucho menos disfrutar, el deporte.
Los problemas de operar lejos de casa son muchos. Uno cosmético, y de los menos significativos, es que el equipo ‘local’ (Puerto Rico) llega siempre como visitante. Así será en el choque final de la temporada en Nueva York contra los Cosmos. A los números de Puerto Rico con area code 787 dificilmente entran las llamadas. Eso es resultado de la disfunción eléctrica de los sistemas en la Isla. El entrenador, el boricua Marco Vélez, reorganizó al equipo y sacó a su familia. El goleador, Héctor «Pito» Ramos tuvo una hija nacida tras el huracán.
Pasaron el aniversario del mes de ‘María’ en exilio. Ramos puntualizó: «Con la naturaleza son cosas que pasan. Lo que pasó en Puerto Rico no se le desea a nadie. Estos partidos son por la Isla. Para tratar de crecer como futbolista y dar un poco de alegria a la gente que la está pasando mal y los familiares que han perdido sus cosas. Vernos a nosotros triunfar. Vernos hacer las cosas bien. Por lo menos hay una esperanza al final del tunel. Sabemos que tenemos que hacer y trabajar para ayudar a nuestra isla».
Tambien los ha conectado con la diaspora boricua. Los últimos cinco encuentros de la temporada se efectúan en casa de los «visitantes» o en campos neutros. Desde el huracán, han ganado dos y perdiendo cinco. Pero también es un símbolo de un renacer.
Pero tras ganar 2-1 en Indianápolis de visitante el 21 de octubre, PRFC parece haber agarrado ritmo, y también una misión: Terminar con un saldo positivo y en cuarto lugar de la temporada de otoño de la NASL como trampolín para un renacer en el 2018. Si derrotan a los New York Cosmos el sábado, lograrían ese logro simbólico.
Florida fue la segunda casa del PRFC. Durante el partido contra los Cosmos en Broward (cerca de Fort Lauderdale), cayó un aguacero que solo levantó tras el espectacular gol de tijera de Jorge Rivera para el resultado final en contra de 4-1.
El segundo partido floridano se celebró en el complejo deportivo Austin Tindall, un envidiable centro de seis campos en Kissimmee. Asistieron un centenar de hinchas, familiares, y amigos, y se acercaron varios para reconectarse con el fútbol de Puerto Rico. Luis Santiago cubría la noticia desde su nueva base en Orlando. Lenin Cruz, quien dirigió en Don Bosco, preguntó por Jackie Marrero y se abrazó con Georgie Rivera tras el partido, Edwin Bonilla, de Maunabo, vino a ver a Pito Ramos.
Esta vez, el tiempo pareció colaborar con el PRFC. El 25 de octubre, entró el primer frío de otoño, y el atardecer floridano tenía un tinte naranja en el cielo. Además, el enfriamiento en Kissimmee aportó dinámica al partido y el PRFC pudo armar el ataque desde atrás con salida por la banda de Walter Ramírez. Goles de Quintillá y Pito Ramos en el primer tiempo marcaron el ritmo, y el equipo manejó la ventaja sin grandes problemas para ganar 2-0 sobre Edmonton.
En el segundo tiempo contra Edmonton, un choque del partido le abrió un corte sobre la ceja a Pito Ramos. Hubo que encontrar un hospital para ponerle puntos al maunabeño, y el entrenador transportó a Ramos a un hospital y a la casa en la madrugada.
En el plan humano, el ‘purgatorio’ tras el huracán parece haber consolidado el grupo. Convivir a 10 por casa y estar todos lejos de lo acostumbrado y las distancias físicas en Orlando provoca una convivencia comunal, compartiendo autos, teléfonos y comida.
En vez de los apartamentos que ocupaban los jugadores en Isla Verde o sus casas particulares, ahora están divididos entre tres casas en las proximerías de Disney. Dos para los jugadores; una para el cuerpo técnico y los dirigentes. Se movilizan con tres guaguas/vans.
El jueves, día antes de viajar a Nueva York fue día de medios tras entrenar. Tom Payne, presidente del club, hizo varias entrevistas con medios nacionales sobre la situación actual. «No podemos quitarnos la responsabilidad. Y vamos a volver a la Isla a ayudar, porque representamos a la Isla y los jugadores están bajo contrato hasta noviembre».
Se forman sociedades, dentro y fuera de la cancha. Los catalanes Jordi Quintillá y Mario Martínez Rubio, llegados al club a mediados de temporada, andan juntos. Ramón Soria mira el partido entre el Barcelona y Olimpiakos (Soria se formó en el Villarreal, (pero jugó en Grecia también) mientras hace una entrevista por teléfono.
Emery Welshman, quien fue seleccionado al equipo de la semana de la NASL, hace bromas a Billy Thompson. Rudy Dawson come con Cristiano Dias. Michael Kafari, que se crió en Idaho, pasó el huracán en Puerto Rico, y trata de comunicarse con su novia en la Isla por teléfono.
Entre Ramos y Rivera, los dos boricuas que salieron de titular contra Edmonton, había gran complicidad, en todo momento. Cuando le preguntaron a Ramos si le habían arreglado no solo el ojo, sino la cabeza también, ambos respondieron: «Eso no hay nadie que lo arregle».
Micheal Ramos y Sidney Rivera, de ascendencia boricua criados en Estados Unidos rieron. Sidney Rivera, quien también tiene un tajo (espinilla) y normalmente habla en inglés, provocaba a Pito y Georgie con un español afinado.
«A pesar de todo lo que ha pasado allá en Puerto Rico, acá ha sido un beneficio. Hemos visto amigos. Y gente que no se hablaba ahora se está dando la mano», subrayó Pito Ramos.