Lunes 16 de febrero de 2015
Esteban Guevara/Columna ‘Mejenga Tico’
Tic tac tic tac… el reloj continuó trabajando y no se detuvo nunca. Tenso en su habitación, Bryan Ruiz sufrió como pocas veces mientras aguardaba la llamada que lo tranquilizara. La Comadreja’ sabía que la medianoche era la hora de cierre del mercado de fichajes, y al notar que ya eran más de las 12 y la llamada no llegaba, sospechó que algo malo había sucedido… Y así fue, quince minutos después Quico Catalán, jerarca del equipo español Levante, se comunicó con él y le confirmó sus sospechas: los ingleses habían incurrido en un error que había generado que la documentación de su traspaso hacia el conjunto levantista le fuera presentada a la FIFA un minuto tarde. Sí, tan solo un minuto bastaría para arruinarle su paso a una liga que siempre había anhelado… un minuto nada más, el mismo tiempo que faltaba para el silbatazo final cuando el jugador estadounidense Jonathan Bornstein nos quitó a los ticos el boleto directo a Sudáfrica 2010.
Las negociaciones para traspasar futbolistas no son fáciles. Oferta y demanda es la clave, así como hallar la oportunidad para concretar el “negocio”. En el caso del alajueliteño, su gran participación capitaneando a la Selección Mayor en el Mundial Brasil 2014 elevó increíblemente sus acciones, y para un club “modesto” como el Fulham, es decir, sin el poderío económico del que sí se pueden jactar poderosas instituciones de la ‘Premier League’ como el Manchester United, el Arsenal o el Chelsea, resulta una oportunidad increíble para aumentar sus cuentas el ceder a préstamo a su jugador; muchos niños de sus ligas menores se verían beneficiados, así permanecerían en el club y no se marcharían y lo debilitarían, por mencionar tan solo una de las muchas ventajas que representaría un ingreso económico importante.
En nuestro país muchos aficionados siguen concibiendo el fútbol como una cuestión lúdica y no un trabajo. “Por ‘buchón’ se quedó sin nada Bryan…” opinan no pocos. Bueno, todos los que no nacen en ‘cuna de oro’, y tienen una familia que mantener, definitivamente procurarán hallar las mejores condiciones para desarrollar su trabajo y así poder costear los gastos que ameriten sus seres queridos. En el caso de los jugadores de fútbol ocurre igual; cada contrato significa una decisión que pone en juego el futuro de su familia, de ahí el aletargamiento que a veces existe en tales negociaciones.
Con el frustrado pase de Ruiz a España ocurrió una situación inaudita en las labores administrativas del Fulham, un equipo que compite en la segunda categoría de un país que reglamentó formalmente el fútbol. Los documentos del cuadro británico consignaban una cesión a préstamo al Levante desde febrero del presente y hasta junio de 2016, cuando lo correcto era hasta junio pero de 2015, es decir, el exmanudo se iba a sumar a la ‘Liga de las estrellas’ por lo que le resta a la actual competición. Al comparar los datos en Zurich, sede de la FIFA, notaron la irregularidad, pues la documentación levantista sí establecía junio de este año como la fecha límite del préstamo. Debido a la tardanza de las partes para presentar atestados, una vez que el máximo ente rector rechazó el trámite y solicitó corregir el yerro, no hubo tiempo “suficiente” para que el Fulham solucionara el inconveniente y volviera a presentar el documento, pues lo hizo, pero como se señaló al principio, fue recibido en Suiza con un minuto de tardanza… el fatídico minuto que Bryan recordará siempre.
Cuando a Costa Rica llegan noticias acerca de nuestros ‘legionarios’ en Europa, normalmente advertimos con resignación las diferencias que existen con respecto a nuestro país, entiéndase la infraestructura que permite unas onerosas arcas en el ‘Viejo Mundo’, así como condiciones de vida superiores en algunos casos (recalco “en algunos casos”, pues culturalmente los ticos tenemos nuestras ventajas, ¡no todo es tan malo!). Sin embargo, también ocurren hechos como crisis económicas, crudas condiciones climáticas, trato frío de los habitantes europeos, entre otras, que probablemente les dibujarán una sonrisa a los representantes deportivos ticos mientras recuerden el verso de ‘La Patriótica Costarricense’ que dice “yo no envidio los goces de Europa”…
Pues bien, el caso del error administrativo cometido por el Fulham es un ejemplo de lo señalado en estas líneas, en el sentido de que incluso en ‘el primer mundo futbolístico’ acontecen fallos trascendentales. Ahora, curiosamente este no es el primer hecho del que nos enteramos los costarricenses con respecto al equipo de un paisano en el continente europeo. Por increíble que parezca, también en Inglaterra había sucedido un par de deslices de tal magnitud, y ambos correspondieron al West Ham United cuando Paulo César Wanchope, actual timonel de ‘la Tricolor’, era uno de sus afamados delanteros en la temporada 1999-2000.
‘The Hammers’, mote con el que se le conoce al club londinense, en setiembre de 1999 se encontraban en franca lucha por la Copa UEFA, torneo europeo de gran prestigio. Con la participación de ‘Chope’, autor de un gol, acababan de dejar en el camino al NK Osijek de Croacia tras derrotarlo en sendas ocasiones 3-0 y 3-1. Cuando en Londres aún celebraban la clasificación a la siguiente fase, el débil cuadro croata sorprendió al apelar y solicitar los puntos debido a la mala alineación del defensor Igor Stimac, también oriundo de Croacia. Al revisar la solicitud balcánica se enteraron en el West Ham de que Stimac había sido expulsado jugando con el Hajduk Split de su país en duelo de competiciones europeas en 1995, por lo que arrastraba dos juegos de suspensión sin cumplir. El desacierto había sido pasado por alto por la secretaría general de la divisa inglesa, dirigida por Graham Mackrell y su asistente Alison Dowd, encargados de estudiar los registros de sus jugadores.
La UEFA no le daría el aval a la gestión del Osijek, pero decretaría que Stimac cumpliera su sanción en los dos siguientes encuentros del certamen; oficialmente la justificación del órgano rector europeo radicó en que había sido la misma UEFA la culpable al equivocarse y no incluir al jugador en el listado confeccionado sobre futbolistas que arrastraban penas, pero entre corrillos –y sobre todo en Croacia- se decía que un cuadro de la ‘Premier League’ inglesa representaba mejor atracción para el torneo, por concepto de patrocinios, que un equipo humilde y desconocido como el Osijek; haya sido la razón que fuese, el West Ham United finalmente ‘salvó el pellejo’, como se afirma popularmente.
Para confirmar el carácter negligente que pululaba en la administración del equipo de Paulo César, tan solo tres meses después ocurriría un hecho similar. En juego de la Copa Worthington (hoy conocida como ‘Capital One Cup’) disputado en diciembre siguiente contra el Aston Villa, el delantero nigeriano Emmanuel Omoyinmi hizo su debut con ‘The Hammers’ al ingresar como variante al 113’, cuando precisamente Wanchope abandonó la contienda que se encontraba en tiempos extra y que finalmente ganaría su escuadra por la vía de los penales. Días después ya no sorprendería cuando los derrotados denunciaron que el africano había jugado en esa misma edición de la copa pero con el Gillingham FC, un cuadro inferior en el que había tenido breve acción a mediados de aquel año.
Esta vez ‘The Footbal League’ (el equivalente inglés de nuestra UNAFUT) le daría la razón al Villa y obligaría a repetir el cotejo, el cual entonces perdería el equipo del tico por marcador de 1-3 y quedaría eliminado. Los administrativos Mackrell y Dowd no tuvieron más opción que presentar su renuncia, y esta acción, a pesar de la ineptitud de su labor, sí constituye una enorme diferencia del acontecer diario costarricense, y no solo en el ámbito futbolero, pues lamentablemente aquí reina muchas veces la impunidad, y un caso de negligencia como los descritos casi siempre será acuerpado por dirigentes, funcionarios o políticos corruptos, incluso se beneficiarán de una prensa cómplice que se encargará de manipular a la población/afición… En síntesis, de trabajar en Costa Rica los “buenos” de Graham Mackrell y Alison Dowd probablemente no encontrarían problema alguno para laborar en alguna instancia federativa o en algún ministerio público… ¿verdad?