Martes 7 de julio de 2015
Edwin R. Jusino | Desde la Tribuna
Hay verdades duras que no importa cuanto se deséen tapar, llegan momentos que salen a la luz. Porque no importa cuanto quieran esconderla, a la larga, todo sale a la luz. La verdad es incambiable, aunque puede ser entendida o comprendida de diversas maneras. A convenienca, a vecez, y en otras según como son los hechos.
Los problemas de la Selección Mayor de Puerto Rico, ultimamente, no residen en Eric Labrador y el Comité Ejecutivo. Para nada. La raiz del problema está en los clubes.
Hace años que los clubes de Puerto Rico no tienen un enfoque de formar jugadores mundialistas o profesionales. En Puerto Rico el enfoque del balompié es uno recreativo, o si acaso, de lograr una beca educativa. ¿Pero profesional? Para nada. Son muy pocos los clubes que se han movido en una dirección de profesionalizarse, en toda faceta. Los clubes radican en muchos casos en un entrenador, sea local o extranjero, que tiene apoyo de padres, cuyo interés en el club es solamente mientras su hijo sea parte de dicha organización.
Son muy pocos los clubes que genuinamente trabajan el amor por una organización, más allá de la participación directa de un familiar directo. Puedo contar con los dedos de mi mano los clubes que tienen una estructura de junta, con un programa de asociados. Los clubes que buscan invertir en sus propias facilidades, clubes que buscan fomentar la formación de verdaderos jugadores elite que se dediquen a jugar profesional, clubes que generen ingresos por medio de venta de sociedades.
A la larga, es esta filosofía de clubes recreacionales para los niños que ha causado que nuestra Selección Nacional masculina se estanque. ¿Cuantos profesionales tenemos jugando en la Selección? Pito, DeAndrea, Oikkonen, Coca, y Cabrero. El resto son universitarios, o jugadores amateur.
La Federación Puertorriqueña de Fútbol es un reflejo micro del macro que es nuestro fútbol. Es tiempo de crear un diálogo en nuestro fútbol, y empezar a tomar las medidas necesarias de cambiar las actitudes. Las peleas por pesetas nos mantendrán estancados. Mientras el enfoque sea recreativo y no profesionalismo, nunca llegaremos a un mundial, sea masculino o femenino. Al paso que van las cosas, no auguro sorpresas en la segunda fase de la eliminatoria Sub20 (ojalá me equivoque), y tampoco veo a las chicas clasificando a Rio de Janeiro 2016.
Hablamos de clasificar a un mundial, pero no podemos ni tan siquiera clasificar a una final de Copa del Caribe. Nuestros jugadores son el reflejo de nuesto fútbol. Los padres ponen a sus hijos en equipos para aspirar a obtener becas deportivas en universidades, y no como método de superación económica. Mientras neguemos esta realidad, seguiremos culpando a los federativos. Pero les recuerdo a los clubes, y sus delegados. La Federación son un reflejo de ustedes, por que ustedes los eligieron.