jueves, 5 de agosto de 2010
Esteban Pagán Rivera / Primera Hora
Una vez más, otro grande de la región tuvo que aprender a la mala quiénes son los Islanders de Puerto Rico.
La Tropa Naranja sufrió anoche apenas su segunda derrota local en sus tres años de participación en la Liga de Campeones de la Concacaf, pero el marcador final de 1-2 ante el Galaxy de Los Ángeles no importó. Porque gracias a la goleada, 4-1, de la pasada semana en L.A., los Islanders volverán a bailar por tercer año consecutivo con los mejores de la región en la fase grupal de la “Concachampions” .
Fue una de esas noches especiales para el fútbol puertorriqueño, y por tercera vez en su historia futbolística el estadio Juan Ramón Loubriel se llenó a su capacidad con más de 13,000 personas. Y el apoyo incesante propulsó a los Islanders a completar una gran primera parte, la que fue determinante en el resultado final.
Con la victoria global de 5-3 sobre el Galaxy, el mejor equipo de la Major League Soccer, los isleños avanzaron al Grupo D de la competencia, donde se medirán al Toluca mexicano, al Olimpia de Honduras, y al ganador de la serie preliminar entre Xelajú (Guatemala) y el C.D. FAS (El Salvador), que se decidirá hoy.
“Me siento encantado. Sabíamos que no iba a ser fácil, y así fue. El Galaxy es un equipo y una organización de clase. Estaban heridos de la semana pasada, y pusieron un show. Pero hay que darle el crédito completo a mis muchachos, que aguantaron ahí”, dijo un jubiloso director técnico de los Islanders, Colin Clarke, luego del partido.
Y es que el Galaxy, que cuenta en sus filas con jugadores mundialistas como Landon Donovan y Edson Buddle, vino a la Isla con la intención de ganar y sumar goles. Los galácticos comenzaron el encuentro con un juego físico y rudo, pero no pudieron amilanar a los naranjas.
Por su parte, los locales cumplieron con la promesa de Clarke previo al partido: salieron a jugar. Esta vez no hubo pared defensiva en la primera parte, la Tropa Naranja salió a buscar goles y el esfuerzo rindió frutos en minuto el 32, con un poco de ayuda del árbitro de Barbados, Trevor Taylor.
El defensa boricua Marco Vélez fue a buscar el balón dentro del área, y Buddle lo tumbó por detrás para que Taylor cantara la pena máxima. La responsabilidad del penal cayó en el delantero británico David Foley, quien batió al portero Donovan Ricketts para el 1-0.
¡El Loubriel se quería caer! La fiesta se formó en las gradas, y el público olía sangre. Pero la alegría duró poco, ya que apenas cinco minutos después, una confusa jugada en la portería de los Islanders terminó con un autogol del naranja Chris Nurse. Fue como un balde de agua fría para las gradas, pero no para los naranja, quienes mantuvieron su calma.
Para arrancar la segunda parte, fue el Galaxy el que dominó el balón. Los estadounidenses sabían que tenían que marcar tres goles para, al menos, forzar la prórroga. Pero el Galaxy lo intentaba, y lo intentaba, pero la realidad es que su falta de precisión no fue digna de un equipo que el líder de la MLS. Donovan soltó varios disparos de distancia, pero a veces parecía que jugaba sólo. Y cuando los disparos llegaban a la portería, allí estaba el portero naranja Bill Gaudette, quien lució como en sus mejores días atajando disparo tras disparo.
Los visitantes sí lograron marcar su segundo tanto cortesía de Sean Franklin en el 84, pero de nada valió.
“No tenemos excusa. Vinimos a dar lo mejor de nosotros, y no fue suficiente”, expresó por du parte el director técnico del Galaxy, el experimentado Bruce Arena.