
Puerto Rico estuvo al borde de clasificar al certamen de fútbol más importante de la zona, la Copa Oro de la Concacaf.
“Una clasificación histórica”. “Logro histórico”. Esos titulares intoxican al pueblo y la prensa deportiva puertorriqueña. En el deporte, y en el fútbol también vale soñar. Pero Puerto Rico perdió 2-0 con Martinica, y quedó a un paso otra vez.
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En conclusión: nos faltan cinco para el peso. En el fútbol no existe el ‘ay bendito’. “El que no la hace, se la hacen”, y “el fútbol no se trata de merecimientos” son frases célebres y repetidas en el mundo futbolero. “Chi non la fa, la prende” (el que no la hace, la encaja) dicen en Italia, donde el arte de no permitir gol es célebre y los goles son más escasos. Y si Puerto Rico quiere flotar en zona de mediocres, tenemos que aprender los mandamientos del fútbol.
El éxito en el fútbol requiere continuidad, construir sobre la experiencia previa.
Innumerables ocasiones indican que un revés es parte del camino al triunfo. Por ejemplo, Alemania perdió la final mundialista de 1986 y ganó la siguiente final. Argentina perdió la de 2014 y se coronó en la de Catar 2022. Son diferentes niveles, pero la lección queda clara. El éxito requiere planificación, consistencia y continuidad, no necesariamente virtudes boricuas.
No hay procesos. Por lo tanto, no hay progreso.
Además de Martinica, los otros clasificados al grupo C de la Copa Oro son El Salvador, Costa Rica, y Panamá. Al que le interese, Martinica está clasificado número 12 en la zona de Concacaf; Puerto Rico es 26mo.
GOL
En el fútbol, para ganar hace falta gol. En mayúscula. El Huracán Azul tuvo oportunidades para anotar pero no concretó. Punto. Por eso, en todos los niveles, el gol decide. Contra Surinam, los boricuas avanzaron en penales tras un 0-0 y tras ganar en penales. Contra Martinica no fue así.
En el ataque, los Rivera – Wilfredo y Ricardo – tuvieron combinaciones interesantes.
Wilfredo, en las filas de Orlando City, encara y genera, pero abusó de su habilidad en el área de penal. Una gambeta y luego tirar al arco es un sacramento de los delanteros. Rivera generó peligro pero no anotó. Y la mejor oportunidad del equipo fue desperdiciada por Gerald Díaz a dos pasos del arco tras un centro de Leandro Antonetti, cuando la pelota le pegó entre las dos piernas.
LOS HINCHAS
Es evidente el poder y arrastre que tiene representar a Puerto Rico en el deporte. En el DRV PNK Stadium de Fort Lauderdale, unos 500 seguidores de Puerto Rico acompañaron el 20 de junio bajo una lluvia intermitente. Más que ningún otro equipo de la triple cartelera del martes.
Los boletos empezaron a $35, y para tres partidos decisivos es buen valor para futboleros. Sin embargo, era jornada laboral, y muchos boricuas que llegaron eran de clase media y profesional del sur de la Florida. Pero la demora por lluvia fue ventajosa.

Uno, Seúl Santiago, dijo que trabaja como contable y gerente en uno de los edificios más conocidos y caros en Miami (uno diseñado por la reconocida arquitecta Zaha Hadid). Seúl no es futbolero, y su inspiración deportiva fue Roberto Clemente, por lo tanto vestía la camisa del equipo patrio de béisbol. Su hijo de nueve años, sin embargo, es una máquina de historia y trivia futbolera. Y Seúl Junior también juega, entiende español pero responde en inglés. Tal vez este es el futuro deportivo de Puerto Rico.
En algo, Borinquen se parece a Martinica, que es un departamento de ultramar francés. Pero no compite en eliminatorias mundialistas, aunque clasificó a su tercera Copa Oro consecutiva y ha producido futbolistas de talla internacional como Thierry Henry.

En los últimos minutos, los hinchas mantuvieron silencio por angustia en vez de alentar. Tal vez resignados pero apreciativos del esfuerzo. Juan José Asprilla, colombiano presente con su pareja, una boricua, expresó: “los fanáticos son el jugador número 12”. Ese apoyo es necesario y los boricuas no lo saben todavía.
Serrano, el portero titular vino a saludar a la grada, y abrazo a un familiar (su padre?) vistiendo un sombrero de paja. Sebastian Cutler, arquero especialista en penales y surgido de Brooklyn, firmó autógrafos al finalizar el partido. El britanico Charlie Trout, entrenador de ocasión, se acercó a la grada y arrimó su puño a su corazón en apreciación.
La federación se activó, movilizando personal para este partido, pero no se dio y el triunfalismo paró. No soy de señalar críticas a colegas en el periodismo, pero lo que no se nota no se puede corregir.
El diario Primera Hora, por ejemplo, publicó una previa del partido, pero nada después. Es decir, el equipo desapareció bajo el mar, como el submarino de turistas del Titanic (En contraste con otro diario del Grupo GFR: El Nuevo Dia y Esteban Rivera Pagán hicieron una previa con entrevista y un resumen del partido decisivo).
La Sub 17 terminó primero en su grupo en 2022, viajó a Guatemala y eliminó a Costa Rica por penales, pero quedó fuera del Mundial Sub 17 en el partido decisivo ante Canadá. Hay que seguir construyendo.
DURA, Dura
El partido dura 90 minutos, o dura lo que dure. Los goles de Martinica llegaron al minuto 52 (Labeau) y al 90+4 de Fortune es lo que quedará en la bitácora. ¿Qué lectura tiene? Que mentalmente, recibir goles al inicio y el cierre de la segunda mitad puede ser por falta de concentración. En el pasado, en los últimos 10 minutos Puerto Rico dio ventajas en partidos importantes por falta de preparación.
Falta garra. En el primer gol, Labeau cabeceó cómodamente posicionado entre Ydrach y Cardona, que estaban a varios metros de distancia en la zona de gol.
Pero, Puerto Rico mantuvo el orden táctico y nivel físico, pudo contener los espigados delanteros de Martinica escalonados en defensa. Le faltó velocidad en las dos zonas, pero sobre todo en defensa.
Sin embargo, hasta el minuto 89, el partido estaba al alcance. El 2-0 llegó porque el portero Joel Serrano subió para atacar e intentar el empate. Esa es la jugada del milagro, y Serrano no es un portero espigado, sino veloz, compacto y de gran reacciones.
Miremos a Panamá, pueblo beisbolero ahora entre los mejores de la zona en el balompié.
En el fútbol, la historia se repite, y los ejemplos se pueden imitar.